Atraviesa uno de los caminos más riesgosos del mundo y lleva gas de Argentina a Chile.
Cesar Fabián Panello es uno de los conductores extremos. Comenzó su carrera como chofer de camiones de carga peligrosa hace muchos años. Hoy, con 49 años, se anima a las rutas más peligrosas de Latinoamérica. Los caracoles de Chile son parte de su trayecto al igual que el paso de Jamas que alcanza una altura de 13,779 pies lo que genera que a muchos conductores les falte el oxígeno. Hay, en este paso que une Argentina con Chile, servicios médicos y de enfermería para asistirlos.
Comenzó su carrera con 15 años como acompañante convencido de que el camión lo eligió a él desde un principio. En el 2005 ya se animó a las cargas peligrosas por las rutas más extremas e internacionales. “El paso Libertadores es uno de los pasos más peligrosos debido a la altura, las curvas y el clima. Tiene mucho tráfico de camiones, 1500 diarios. A eso se suman los cortes por las nevadas en alta montaña. En esos casos debemos esperar hasta que se habilite en las playas para camiones. Uno se queda cinco a quince días varado en la Cordillera de Los Andes”, comenta César.
Estas “eternas” esperas implican cocinar, tener ropa especial, agua y sobre todo saber qué hacer con el tiempo ocioso. “Lamentablemente no está la infraestructura adecuada para estos casos”, aclara el conductor.
Para transitar estos pasos, además de la nieve, deben enfrentar el riesgo del hielo. Por esta razón todos los camiones tienen que portar cadenas que se colocan en estos momentos especiales de las rutas.
Otro de los pasos por los que conduce César es el de Jamas que tiene 367 curvas y contracurvas. “Lo bueno de este paso -relata el camionero- es que no tiene tanta afluencia vehicular. Lo usa más que nada la gente de Paraguay y Bolivia por la zona donde está”.
Ser camionero tiene sus cosas buenas y malas para César. Lo malo, remarca el, es la distancia con la familia. “Si bien les das un poder adquisitivo que les permite sobrevivir y tener acceso a la educación y la vivienda, a veces se pierden cosas importantes”, asegura. ¿Lo bueno? “La rara sensación de libertad que te lleva muchas veces a necesitar estar solo”, remarca.
En su larga trayectoria no ha tenido grandes accidentes. Sólo un choque de frente que lo enfrentó a un colega chileno quien no pudo esquivarlo pero que no le generó heridas a ninguno de los dos. “Otra de las grandes alegrías es volver sano y salvo después de los viajes. Tenemos cronogramas de trabajo de 40 días por 10 de franco. Se hace largo a veces, 40 días viviendo en los camiones”, sigue su historia.
¿Cambiaría sus rutas? “Estas acostumbrado a estas rutas y te gusta. Es lo que he hecho siempre”, enfatiza. La infraestructura es escasa en Argentina, Chile está un poco mejor preparado. “Estamos muy lejos de tener paradas como para descansar”, finaliza. Y vuelve a remarcar, el camión lo eligió cuando era apenas un adolescente y lo llevó a conocer gran parte de Latinoamérica. Allí es donde se siente libre y donde ama estar. Su hermosa familia lo acompaña desde el hogar en sus recorridos y ese es otro de sus grandes logros.
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