El robo de carga se consolidó como uno de los principales desafíos para la industria del transporte de carga en Estados Unidos y escaló definitivamente a la agenda federal. La American Trucking Associations (ATA) reclamó en el Congreso sanciones más duras
El robo de carga se consolidó como uno de los principales desafíos para la industria del transporte de carga en Estados Unidos y escaló definitivamente a la agenda federal. Lejos de tratarse de un problema aislado o exclusivamente operativo, la American Trucking Associations (ATA) advirtió ante el Congreso que este delito representa hoy una amenaza económica, logística y de seguridad nacional, con consecuencias directas sobre los precios al consumidor y la estabilidad de la cadena de suministro.
Durante una audiencia ante un subcomité de la Cámara de Representantes, el presidente y CEO de ATA, Chris Spear, expuso la magnitud del fenómeno y reclamó sanciones más duras y una respuesta nacional coordinada para enfrentar un delito que, según la entidad, genera pérdidas millonarias cada día y pone en riesgo tanto a los transportistas como al sistema logístico del país.
Un impacto económico que llega al consumidor
Desde ATA señalaron que el robo de carga no solo afecta a las empresas de transporte, sino que termina impactando directamente en los hogares estadounidenses. Las pérdidas derivadas de estos delitos —que se cuentan en millones de dólares diarios— se trasladan a lo largo de la cadena de suministro y se reflejan en mayores precios de alimentos, productos básicos y bienes de consumo.
Según la asociación, cada carga robada implica costos adicionales en seguros, reenvíos, demoras y reposición de mercadería. En un sistema logístico que funciona bajo márgenes ajustados y tiempos críticos, estos sobrecostos terminan siendo absorbidos por el mercado y, en última instancia, por los consumidores.
Delitos cada vez más sofisticados y organizados
ATA subrayó que el robo de carga dejó de ser un delito oportunista para transformarse en un fenómeno sistemático y altamente sofisticado. A los asaltos tradicionales en rutas y centros de distribución se sumaron nuevas modalidades vinculadas al fraude digital, la suplantación de identidad de empresas transportistas y el desvío de mercadería mediante documentación falsa.
Este tipo de maniobras, conocidas como robo estratégico, se apoya en el uso de tecnología, acceso a bases de datos, ingeniería social y redes criminales con alcance internacional. Desde la industria advierten que muchas de estas operaciones se coordinan desde el exterior, lo que dificulta su detección y persecución a nivel local.
Las pymes del transporte, las más vulnerables
Uno de los puntos centrales del planteo de ATA es el impacto desproporcionado que el robo de carga tiene sobre los pequeños y medianos transportistas. En Estados Unidos, la mayoría de las empresas del sector operan flotas reducidas, con menos de diez camiones, lo que limita su capacidad para invertir en sistemas avanzados de seguridad física y cibernética.
Esta asimetría, según la asociación, favorece a organizaciones criminales que cuentan con recursos, inteligencia y capacidad operativa muy superior. Para muchas pymes del transporte, un solo incidente de robo puede comprometer seriamente su viabilidad financiera.
Consecuencias operativas para la cadena logística
Más allá del daño económico directo, ATA remarcó las consecuencias operativas que genera el robo de carga. Cada incidente implica reprogramaciones, interrupciones en las entregas, pérdida de confianza entre cargadores y transportistas, y mayores primas de seguro.
En un contexto en el que la confiabilidad y la previsibilidad son claves para el funcionamiento de la economía, estos episodios erosionan la eficiencia del sistema logístico y generan incertidumbre en sectores estratégicos que dependen del transporte terrestre.

Una amenaza creciente para la seguridad nacional
ATA también puso el foco en una dimensión particularmente sensible: la seguridad nacional. Según la entidad, el dinero proveniente del robo de carga no permanece en circuitos informales menores, sino que suele financiar otras actividades criminales, como el narcotráfico, el lavado de dinero y el crimen organizado transnacional.
En algunos casos, investigaciones federales lograron vincular mercadería robada con estructuras criminales complejas, lo que refuerza la necesidad de abordar el problema desde una perspectiva federal y no exclusivamente local.
Limitaciones de las fuerzas locales y rol del Estado federal
Otro de los ejes del reclamo de ATA es la limitada capacidad de respuesta de las fuerzas locales y estatales. Si bien muchos casos se detectan a nivel local, los delitos suelen cruzar fronteras estatales e incluso internacionales, lo que excede la jurisdicción y los recursos disponibles para las policías regionales.
Desde la asociación sostienen que solo el gobierno federal cuenta con las herramientas legales, la capacidad de inteligencia y la autoridad constitucional necesarias para investigar y desarticular redes criminales de este tipo.
Una respuesta legislativa en debate
En este contexto, ATA instó al Congreso a avanzar con la Combating Organized Retail Crime Act, una iniciativa legislativa bipartidaria que busca fortalecer el marco legal contra el robo organizado de mercadería. La propuesta apunta a mejorar la coordinación entre agencias federales, estatales y locales, y a otorgar un rol central al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en la estrategia contra el robo de carga.
Para la industria del transporte, el mensaje es claro: el robo de carga ya no puede abordarse como un problema sectorial. Su impacto atraviesa la economía, afecta la competitividad logística de Estados Unidos y compromete la seguridad del sistema de transporte. La insistencia de ATA ante el Congreso refleja una preocupación creciente: sin una respuesta federal contundente, el delito seguirá expandiéndose y consolidándose como uno de los principales riesgos para la cadena de suministro del país.

ATA pide sanciones más duras contra el robo de carga en EE.UU.
El robo de carga se consolidó como uno de los principales desafíos para la industria del transporte de carga en Estados Unidos y escaló definitivamente a la agenda federal. Lejos de tratarse de un problema aislado o exclusivamente operativo, la American Trucking Associations (ATA) advirtió ante el Congreso que este delito representa hoy una amenaza económica, logística y de seguridad nacional, con consecuencias directas sobre los precios al consumidor y la estabilidad de la cadena de suministro.

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